octubre 20, 2025
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Por Redacción:

La Paz, Bolivia, 20 de octubre de 2025. Con el 98% de las actas electorales computadas, el senador centrista Rodrigo Paz Pereira, del Partido Demócrata Cristiano (PDC), se proclamó vencedor de la segunda vuelta presidencial con el 54.5% de los votos, derrotando al conservador Jorge “Tuto” Quiroga (45.5%) y sellando el fin de dos décadas de dominio del Movimiento al Socialismo (MAS), en un resultado que refleja el hartazgo popular ante la peor crisis económica en generaciones. El Tribunal Supremo Electoral (TSE) confirmó los datos preliminares en su último boletín nocturno, con Paz a punto de asumir el cargo el 8 de noviembre en un Congreso fragmentado que complicará su agenda de reformas moderadas.

El anuncio, esperado desde los primeros reportes del domingo, desató celebraciones en las calles de La Paz y Santa Cruz, donde miles de simpatizantes ondearon banderas tricolores y corearon “¡Cambio ya!”. Paz, de 42 años e hijo del expresidente Jaime Paz Zamora (1989-1993), emergió como el outsider sorpresa tras liderar la primera ronda del 17 de agosto con un inesperado 32.06%, superando expectativas de encuestas que lo daban por debajo del 10%. Su fórmula, con el combativo Manfred Lara como vice, conectó con votantes jóvenes y obreros mediante promesas de estabilidad económica sin “terapias de choque”, preservando programas sociales mientras combate la corrupción y optimiza la explotación de litio y gas. “Hoy, Bolivia elige el progreso con equidad; no más divisiones, sino unidad para salir de la crisis”, declaró Paz en su discurso de victoria desde Tarija, su bastión sureño, flanqueado por Lara y líderes de la centroderecha.

Quiroga, exmandatario (2001-2002) y candidato de la Alianza Libre, reconoció la derrota en un breve mensaje: “Respetamos la voluntad popular; ojalá Paz logre lo que no pudimos”. Su campaña, enfocada en alianzas con el FMI y expansión agropecuaria, capturó el voto rural conservador pero no bastó ante el rechazo a políticas neoliberales de los 90. Samuel Doria Medina, tercero en la primera vuelta con 19.69%, respaldó a Paz y celebró el “fin del MAS”, un partido que gobernó desde 2006 bajo Evo Morales y Luis Arce, pero se desangró en disputas internas —Morales intentó inhabilitarse como candidato— y un colapso económico: escasez de dólares, inflación del 15% y bloqueos por combustible.

La victoria de Paz, un “soplido de aire fresco” según analistas como Glaeldys Gonzalez de International Crisis Group, llega en un momento crítico: Bolivia enfrenta reservas internacionales por debajo de los 2 mil millones de dólares y un PIB estancado al 1.5% en 2025. El nuevo presidente promete atraer inversión extranjera en litio —con empresas de Brasil y Argentina ya en negociaciones— y regular el fuego agrícola, sin tocar títulos indígenas colectivos. Sin embargo, el Congreso —sin mayorías claras, con MAS en 40% de escaños— exigirá alianzas frágiles. “Paz debe construir coaliciones o arriesgar parálisis; su moderación es virtud, pero también debilidad”, advirtió el economista Roger López en El Deber.

En redes, #PazPresidente superó el millón de menciones, con memes irónicos de “El hijo pródigo regresa” y elogios a Lara por su “populismo conciliador”. Morales, desde su exilio autoimpuesto, tuiteó: “El pueblo despertará; esto no es el fin”. Arce, en su último acto, felicitó a Paz: “La democracia triunfa”. Para Bolivia, con 7.9 millones de votantes obligatorios, este giro centrista —el primero sin MAS en 20 años— evoca el “crossroads” de 2005, pero con ecos globales: ¿reformas pro-mercado o continuidad social? Paz asume el desafío en un país al borde, con la esperanza de que su victoria no sea solo un respiro, sino un renacer.

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