
Por Redacción:
Ciudad de México, miércoles 24 de septiembre de 2025. La pareja del cantante colombiano B-King —identificado por autoridades como Bayron Sánchez Salazar— publicó en sus redes una serie de videos íntimos tomados en los días previos a su desaparición y posterior asesinato en México, acompañados de un mensaje que encapsula el duelo: “No puedo con este dolor en mi pecho. Estábamos felices y con muchos proyectos en puerta… En donde quiera te llevaré conmigo”. Sus historias y publicaciones, verificadas por medios en Colombia y México, muestran abrazos, risas y besos del músico con su novia Angie Miller, y se han convertido en una especie de bitácora póstuma que ahora circula como testimonio de los últimos momentos compartidos por la pareja.
La reacción de Miller —quien había hecho pública la relación en agosto— se detonó tras confirmarse que los cuerpos de B-King y del DJ Jorge Luis Herrera Lemos (“Regio Clown”) fueron hallados sin vida el 17 de septiembre en Cocotitlán, Estado de México, luego de ser reportados como desaparecidos un día antes en la capital; la identificación oficial se comunicó el 22 de septiembre. En sus mensajes, además del “no puedo con este dolor”, la joven dejó ver la rabia y el desamparo: “Hoy odio a México más que a mi vida. No es justo todo lo que está pasando”, frase que también fue recogida por la prensa. La oleada de reacciones —entre condolencias y críticas— ilustra el impacto emocional del caso dentro y fuera de Colombia.
Los videos difundidos por Miller —y después replicados por medios— muestran fragmentos cotidianos: trayectos en auto, juegos de cámara, declaraciones de cariño, promesas de giras; el contraste con la confirmación forense de las autoridades mexicanas volvió virales las imágenes y puso el foco en la cronología de la pareja en Ciudad de México. El mánager del artista, Juan Camilo Gallego, también compartió grabaciones de aquella última presentación en la capital, empalmando el relato profesional con el íntimo que aporta la novia. A nivel oficial, la Fiscalía y los gobiernos de México y Colombia han elevado el caso a asunto de Estado, pero no han establecido móvil ni responsables; lo verificable a esta hora es el hallazgo de los cuerpos, la línea temporal (con la última localización en un gimnasio de Polanco) y la coordinación diplomática para las pesquisas.
De lado mediático, el registro de las publicaciones de Miller —con su “no puedo con este dolor en mi pecho”— aparece en crónicas y notas de espectáculos tanto en México como en Colombia, que hilvanan sus textos con capturas y reels del perfil de la joven; esa documentación cruzada sirve hoy como respaldo a la existencia y contenido de los mensajes, más allá de que las historias se autodestruyen con el paso de las horas. En esa línea, Infobae y RÉCORD montaron recopilaciones de los clips y frases; cadenas como Caracol TV describieron incluso un video “muy especial” de ambos riéndose y besándose. El rastro digital es el que sostiene la memoria inmediata: piezas breves que, por su carga afectiva, recorren el ecosistema informativo con una potencia que ningún parte ministerial iguala.
La discusión pública alrededor de esas publicaciones abrió, inevitablemente, otros debates: el límite entre duelo y exposición en redes; el uso de mensajes de enojo —como el “odio a México” escrito en caliente— para alimentar discursos xenófobos o antiinmigrantes; y la necesidad de coberturas responsables que no pierdan de vista el dato duro mientras recogen la dimensión humana. Hasta ahora, ninguna autoridad ha revelado causa de muerte ni ha confirmado vínculos criminales; los líderes de ambos países han pedido celeridad y transparencia, y han chocado en el tono político de los señalamientos. En medio de ese tablero, la voz que hoy se escucha con más claridad es la de quien perdió a su pareja y decidió mostrar —sin montaje— las últimas horas felices, quizá como una forma de resistirse a que el caso quede reducido a siglas y expedientes.